O lo que es lo mismo: Segunda visita...segunda sesión. Un poco caótica. Sin infravalorar el trabajo que realizan médicos, enfermeras, auxiliares...Por desgracia hay tantas enfermas, que se producen aglomeraciones. Pero voy a ser sincera, sin saber realmente de quien es la culpa, lo que transmiten, lo que recibo: falta de personal, falta de organización, falta de una planta abierta realmente, ya no como hospital de día, sino como planta dedicada exclusivamente a tratamientos oncológico...las horas que sean necesarias. A partir de las tres de la tarde, queda el mínimo personal, algunas contratadas a media jornada, para atender a las pacientes que van quedando a terminar su tratamiento. Si llegó la hora de cierre de farmacia (dos y media) y no has pasado a consulta...chica, mala suerte. Tendrás que volver mañana, porque a quien dirige el hospital le importa bien poco tus molestias, tus dolores, tus angustias, tus madrugones, tus cinco...seis horas de espera. Le importa poco que mañana vuelvas a madrugar aunque te cueste la vida tirarte literalmente de la cama.
Y digo a quien dirige, porque veo, percibo y siento, el malestar del medico, que no sabe como decirte que lo siente, pero después de atender, con todo el respeto del mundo, paciencia, calma, comprensión y hasta atisbos de un poco de afecto, a 25, 28, 30 o 32 pacientes, hoy te ha tocado a ti.
Viéndolo venir, yo, cabezona, doy por alma a la administrativo de turno. Doy tumbos por el pasillo, miro de reojo...miro el reloj...y después de unos sube-baja pasillo adelante, pregunto, como quien temiendo lo que se avecina: ¿No es por nada, pero habéis pedido el tratamiento antes que cierre la farmacia...a que si?. Y mirarme con la cara que quieras, que no soy más lista que tu, ni voy por la vida de toca-narices. Solo soy una acompañante, que ve venir lo que le toca y hoy no me va a tocar a mi.
Ahora me río sola, de acordarme lo osada que he sido, diría que hasta borde e impertinente. Me atreví a decir, ya a última hora y a quien sospechaba también comete errores, como todo el mundo, solo que no tiene la capacidad de admitirlos, pues le he soltado: Hoy vienes con el moño tieso? Pues no me toques la moral, que como te de un cogotazo te lo pongo en la frente.
¿Qué eso no se dice? Lo sé. Pero no he dado lugar a réplica. Y ha servido para que me den las instrucciones correctas para conseguir las próximas citas y no encontrarme sorpresas de no está en la lista cuando vaya.
Aunque me río más cuando me acuerdo de la reacción de mi hermana, que ha dado media vuelta y ha salido de la sala, muy disimuladamente. Me ha dado la impresión que ha pensado: Ahí te apañes que te lo has ganado a pulso, tiraros de los pelos vosotras dos.
Aparte de todo eso, una sesión más, o mejor dicho, una sesión menos que queda.
Mañana a por otra.