domingo, 5 de febrero de 2012

Sexta y seguimos.

Sexta Estación.

He tardado casi un mes en ser capaz de encontrar las palabras necesarias para contar esta sexta parada, y aún hoy, escribiéndola, no sé si seré capaz de transmitir lo que realmente quiero.

10 de Enero.

Sexta sesión. Cuanto nos gustaría que también fuera la estación donde debiéramos bajar. Pero no.

Ha sido una sesión de decepciones acumuladas, de muchos sentimientos contradictorios. Comienza con una consulta médica donde los resultados de analíticas y pruebas, no son los esperados. Aún así nos quedamos, para esta "última" sesión que completa las 6 del tratamiento correspondiente.
Le sigue un encuentro en los pasillos, de refilón, creo ver alguien conocido, y aparecen a la vez la sorpresa y el enfado. Y me dan ganas de decir: que no quiero verte aquí. Acompaña a su esposa, y paso a la sala a saludar. Y distingo la cara de preocupación de la primera visita a quimio, de no saber exactamente lo que viene a continuación.
Continúa con un ingreso en la séptima planta,  donde nos espera una compañera de habitación. Omito el nombre, porque podría ser cualquiera. Mirándola, oyéndola, me paro a pensar: podemos ser nosotras, dentro de unos meses...un año. Quien sabe. Sufre dolores, que ningún medicamento quita. Le cuesta caminar, pero se levanta valiente sola, sin ayuda. Le cuesta comer, y protesta por la comida y come solo lo que quiere. Quien es nadie para decirle lo que debe comer. Su fase es más avanzada y nos muestra, como si de una película se tratara, lo que puede venir. Porque puede venir.
Y aún con todo ello, me quedo con lo bueno. Que lo hay. Con sus charlas, serenas, a ratos, rabiosas a otros.
Hay momentos que siento la necesidad de marcharme. Dejarlas a solas. Cada una en su cama. Me siento como una intrusa oyendo conversación ajena, pese a que estoy en el sillón, a menos de un metro de las dos. Y me marcho a fumarme un cigarro, dar un paseo...para que hablen.
A todo esto se añade un comité médico que no llega. Hay que esperar al último día de ingreso, para volver a casa con la incertidumbre de que, probablemente, el viaje continúe, aunque no saben bien que tratamiento viene a continuación. Lo único que sí sabemos es que no debemos deshacer maletas; el viaje continúa.

Todo eso hace que tengamos la sensación de haber bajado en una estación equivocada. De saber que nos hemos bajado del tren antes de tiempo y, de que tenemos que volver a subirnos, pese a que no nos apetece nada.
Pasados unos días...bastantes, vuelven las fuerzas para asir las maletas con energía, el billete bien apretado entre los dientes y la firmeza de seguir viajando, porque no hay viaje infinito. Seguiremos, bajando en las estaciones donde haya que bajar. Dejando pasar de largo las que haya que dejar. Y esperando la nuestra con energía y el buen ánimo que nos caracteriza.
Sigo quedándome con las risas, que las hubo. Con las anécdotas, el buen hacer de las enfermeras y enfermero y todo el cariño que se respira en los pasillos.

POSDATA: Me gustaría que esto lo leyera también algún encargado de las comidas del hospital. ¡Pruébala, por Dios!. Una, como acompañante, obliga y fuerza a la enferma a comer, para que se reponga. Y baja a por un par de sandwich al bar más cercano, por comer algo. Lo que no espera es, que la enferma te los quite y te diga: Ale, ahí tienes la bandeja de la comida para ti. Los sandwich me los como yo!
Y te comes lo que hay en la bandeja, con resignación intentando poner buena cara, mientras ves a las dos enfermas mirándote, con una sonrisa maliciosa, riéndose de ti en tú cara: ¿Qué, está bueno? Y quieres que me lo coma yo...JA!
Por favor...prueba la comida...por tu madre, antes de ponerla a los enfermos!!!

1 comentario:

  1. con dos cojones mi niña, más claro habría que echarle penca y puede parecer quer estoy lejos o que no pregunto , pero siempre están las dos pin y pon en mis oraciones, pa que sigan alante en la batalla y mi corzón y mis oraciones están ahí aunque pueda parecer que yo estoy lejos en la otra orilla.... las quierooo

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